LA CRISIS NO PERDONA A LOS RESTAURANTES GOURMETS EN ESPAÑA
Restaurantes de la localidad española de Zamora optan por volver a la gastronomía de
toda la vida, y por la bajada de precios dejarán de lado, de momento, la
creación culinaria
Luis Garrido
A lo largo del
último año diferentes locales zamoranos han optado por bajar los precios y
ofrecer una mayor cantidad de platos dentro del menú del día para, de esta
manera, atraer a cuantos clientes sea posible.
La cocina de concepto había calado hondo en los últimos años
en varios restaurantes zamoranos, llegando a acumular dos estrellas de la
popular Guía de Michelín, que premia a los mejores chefs de la geografía
española. Sin embargo, a día de hoy se ha instaurado de nuevo la máxima del
bueno y el barato y los clientes buscan una relación calidad precio que les
deje con el estómago lleno y la satisfacción de que han pagado por lo que han
comido. La cocina tradicional ha vuelto y es para quedarse.
“La cocina tradicional ha vuelto y es
para quedarse, se ha instaurado de nuevo la máxima de lo bueno y lo barato y
los clientes buscan una relación calidad precio”
El «boom» de la cocina conceptual tendrá que esperar, al
menos hasta que pase la crisis, para dejar paso de nuevo al menú del día con
cinco primeros, cinco segundos, vino, pan y postre. Diferentes restaurantes
zamoranos muestran ya en las pizarras colocadas en plena calle sus ofertas para
dar comidas y cenas entre un buen elenco de selectos preparados y a un precio
popular que atraiga al cliente. Son los daños colaterales de una situación
económica que no da tregua ni si quiera al estómago.
En los últimos años había proliferado en España un tipo de
cocina que, si bien se trataba de calidad y categoría, eso mismo se traducía al
precio. En la misma ciudad de Zamora han sido abundantes los negocios que se
subieron al carro de la creación y beneficiaron la presentación antes que la
misma satisfacción post comida. No obstante, la provincia llegó a incluir a dos
restaurantes en la preciada Guía Michelín que destaca a los mejores cocineros
de la geografía española A día de hoy, sin embargo, las personas buscan comer
bien y barato, por lo que los restaurantes están comenzando a reciclarse a sí
mismos. La cocina tradicional ha vuelto y lo hace para quedarse.
Félix Argüello regenta un restaurante en pleno centro de la
capital y no se le caen los anillos al reconocer que en los últimos años tuvo
tiempo de «coquetear con la cocina de autor». En la puerta de su
establecimiento ahora mismo anuncia paella, entremeses y sopa de verduras de
primero y chuletas de cerdo, filete de ternera y bacalao a la tranca de
segundo. «Esto es muy sencillo: si la gente deja de venir porque les ofreces
poco y les cobras mucho, lo que hay que hacer es darle la vuelta a la
tortilla», explica haciendo un símil gastronómico.
Claro en sus argumentos, Argüello está convencido de que en
los últimos años ha habido una fiebre «un tanto absurda» con la llamada
«nouvelle cuisine». «Hubo un momento en que nos creímos por encima del bien y
del mal, y además los clientes nos hacían el juego, pero al final lo que la
gente quiere es llenar la barriga y pagar lo menos posible», sentencia.
“ha habido una fiebre «un tanto
absurda» con la llamada «nouvelle cuisine». «Hubo un momento en que nos creímos
por encima del bien y del mal, y además los clientes nos hacían el juego”
Algo que corrobora el chef de otro popular restaurante de
menú del día, Fernando García, al afirmar que «cuidar la presentación está muy
bien, pero con la calidad hay que ofrecer también cantidad y eso no ocurre en
muchos restaurantes que han abierto en los últimos años». Para él, lo principal
es que el cliente «no se quede con hambre» y tiene claro que ofrecer «cantidad
ingente» de comida no está reñido con el margen de beneficios. «Un cliente
satisfecho paga mejor que si no lo está, es la ley del comercio, y en los
restaurantes pasa lo mismo», argumenta.
De este modo, García opta en su local por ofrecer una
variación de seis primeros y seis segundos, con pan, postre y café con un
precio total de 13 euros, habiéndolo reducido en dos euros durante el
transcurso de «esto que los de arriba llaman crisis».
En definitiva, lo cierto es que dando un paseo por el centro
de la capital y siendo uno un poco curioso, se puede comprobar que el precio de
las comidas está bajando paulatinamente a medida que la situación económica se
vuelve cada vez más derrotista.
Las enseñanzas de Ferrán Adriá calaron en los restaurantes
de media España, pero a día de hoy el concepto se ha vuelto a invertir para
seguir los consejos de Karlos Arguiñano (foto izquierda), es decir, que la presentación es
importante, pero solo si va acompañada de una buena ración de comida de la que
dar buena cuenta.